Linux Mint cuenta con una herramienta gráfica a la que podemos acceder mediante el “Administrador de actualizaciones”, menú “Ver/Kernels de Linux” y que hace automáticamente todo el trabajo que tendríamos que hacer manualmente mediante la consola, facilitando enormemente la tarea y evitando los errores humanos.
Una vez seleccionado el kernel deseado, hacemos clic en "Instalar". Acabado el procedimiento reiniciamos, y si no intervenimos en el proceso de arranque el sistema lo hará usando el kernel con la versión más reciente (índice numérico más alto) que tengamos instalado.
Si queremos iniciar usando un kernel diferente al más moderno, tenemos que seleccionarlo mediante la opción del GRUB “Opciones avanzadas para Linux Mint... ” donde aparecerá una lista con todos los kernels instalados, tanto en modo normal como en modo recuperación. Para acceder al GRUB en el caso de no tener arranque dual, es necesario mantener pulsada la tecla "Mayúsculas izquierda" durante el inicio hasta que aparezca el mismo. Si aún así no es posible, podemos editar el GRUB desde Mint con
sudo nano /etc/default/grub
y establecer los valores GRUB_TIMEOUT_STYLE=menu
y GRUB_TIMEOUT=10
lo que hará que se muestre durante 10 segundos en cada inicio. Por último guardamos los cambios con "Control + S", salimos de "nano" con "Control +X" y actualizamos el GRUB con sudo update-grub
.Si todo ha ido bien y el sistema funciona, es un buen momento para volver a instalar todos los controladores privativos que estábamos usando anteriormente, haciendo uso del “Administrador de controladores”.
Una vez que hemos probado durante semanas los diferentes kernels instalados y hemos decidido cúal vamos a usar, podemos eliminar el resto sobre todo si el elegido no es el más moderno. Esto nos obligaría a iniciar el sistema manipulando el GRUB siempre.
Es recomendable mantener un kernel más antiguo por si el principal sufriera algún daño, poder iniciar desde el otro y reparar.